Que el prestigio sea tangible

Hace unos días el blog «Ingeniería en la Red» (uno de los mejores Blogs de Ingeniería en español), publicó el Post «Ingeniero de Caminos entre las profesiones de mayor prestigio social en España, según el CIS», haciendo referencia al hecho de que la profesión de Ingeniero de Caminos se encuentra en la posición decimocuarta de entre las cuarenta profesiones/ocupaciones con mayor prestigio social (de un total de 285 ocupaciones). A título de curiosidad citaré que las tres profesiones más valoradas en este estudio son la de médico especialista, seguida de la de bombero y médico de familia.

Como era de esperar, la publicación de este dato generó una reacción agridulce por parte de los compañeros en las redes sociales. Por un lado, siempre es agradable que tu profesión sea valorada por la sociedad. Por otro, la realidad es tozuda y muestra un panorama complicado a causa del parón de la construcción en nuestro país: precariedad laboral, alarmante tasa de paro en los nuevos egresados, expatriación forzosa y muchas veces en condiciones precarias, etc.

Conviene poner de relieve que la carrera de ingeniería de caminos se ha caracterizado tradicionalmente por la dureza de los estudios y el rigor que se exigía en las asignaturas. A cambio el ingeniero de caminos en su carrera profesional gozaba de prestigio social, lo cual llevaba aparejado generalmente una posición económica cuando menos desahogada.  Por ello el desplome del sector de la construcción, que ha afectado igualmente a otros colectivos castigados, ha sido especialmente dramático en nuestro colectivo. El prestigio social se mantiene, pero como bien afirmaba un compañero en Twitter «de eso no se come…». Y además, a la larga, esta situación puede derivar en que los perfiles académicos más brillantes, que en un gran porcentaje elegían los estudios de ingeniería de caminos, elijan otras carreras donde puedan optar a mejores puestos o cuenten con menos dificultades laborales al terminar sus estudios. Esto podría suponer un descenso en el prestigio social, con lo que al final nos quedaríamos sin lo uno y sin lo otro.

Este descenso del prestigio social no es sólo una mera cuestión corporativista. España necesita profesionales de ingeniería civil de excelencia. Nuestro país es el segundo país más montañoso de Europa, con lo que esto representa en la construcción de infraestructuras; Además la península ibérica sufre una acentuada distribución irregular (tanto espacial como temporal) de las precipitaciones, que se solventa gracias a nuestra red actual de presas y embalses que permite aprovechar más de un cuarenta por ciento de los recursos existentes en régimen natural (sin embalses sólo se podría aprovechar menos del diez por ciento); Y por si alguno de estos factores por si mismo no fuera suficiente para explicar la necesidad de buenos ingenieros, España es un país con un peso muy importante del turismo en su PIB. Se estima que en 2016 recibimos la visita de más de setenta y cinco millones de turistas. La existencia de buenas infraestructuras y buenos ingenieros sólo puede redundar en una mejora de las condiciones de vida del país y en un aumento de los ingresos derivados por el turismo.